viernes, 28 de septiembre de 2012

Y una lágrima.

Ya han pasado tantos años. 

La muchacha miró el calendario. Aún si ya habían sido cuatros largos años, en los que muchas cosas habían pasado, y otras muchas habían cambiado, no podía evitar sentirse triste al aproximarse esa fecha.

Ese día hace cuatro años, una parte de su corazón murió. Y aunque muchos creían que era una exageración, para ella no lo era. La gente no podía entender lo que eso había sido para ella. Pero no los culpaba, ellos, no habían sentido ese punzante dolor en el pecho, no había sentido esa incontenible angustia como una espada clavada en el pecho.

Respiró hondo. No lo había notado, pero al ver la fecha, un nudo se había formado en su garganta. Y aunque sus labios sonreían, una salada lagrima rodaba por su mejilla.

Ese día ya no significaba lo mismo que hace cuatro años. Al menos ella creía haberse ya liberado de ese dolor. La espada ya no estaba más clavada en su pecho, pero aún quedaba una cicatriz. Eso era algo de lo que nunca podría liberarse.

Como pasa el tiempo, ya es 28 de septiembre otra vez.

Comenzó a tararear una canción. Una melodía dulce y a la vez triste. Hermosa y llena de desesperación. Cerró los ojos y dejó que sus pensamientos se sumerjan en un mar de nostalgia.

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