martes, 31 de julio de 2012

Y entonces...

Y caminando por la ciudad desconocida, una muchacha perdida deambulaba buscando un lugar. Se había separado del grupo con el que viajaba y ahora no sabia a donde dirigirse.
De pronto entre la multitud de gente, vio una cara conocida.
Si, una persona que siempre ella quiso mucho, pero pensó que nunca volvería a ver. Un muchacho que la quiso mas de lo ella supo quererlo.
Ella grito su nombre, embebida de la felicidad de encontrarse con él.
Pero él no giró. No. El giró, pero al notar que era ella, decidió ignorarla.
No se rindió. Volvió a llamarlo una y otra vez, hasta que se él perdió entre la multitud.
Desanimada, suspiró y volvió a encaminarse en la búsqueda del lugar.

Pasaron varias horas, en el cielo ya brillaban las pocas estrellas que las luces de la ciudad permitían.
Cansada y hambrienta, decidió parar a comer algo y entró en una tienda de dulces.
Compró una pequeña torta, y se sentó no muy lejos de la puerta, pero escondida detrás de una columna.
Si, ella siempre había tenido esa costumbre de sentarse en lugares escondidos, nunca supo porque, pero se sentía más cómoda.
Y ahí de vuelta. Lo vio entrar. Ella lo vio, pero él no pareció notarla.
La muchacha se levantó de su asiento agitadamente y al darse cuanta que ella estaba ahí, él salio del local, y se echo a correr. Ella salió detrás de él.
Ella nunca había sido buena corredora, pero se esforzó por alcanzarlo.
Finalmente, pudo agarrar su brazo.
Él la fulminó con una mirada de odio. La apartó violentamente y ella cayó al suelo.
Como poseído por la ira se lanzó encima de ella y comenzó a golpearla.
Ella cerró los ojos con fuerza. No había nada porque culparlo.
Entonces ella pronuncio una palabras.
Las había querido decir desde que lo encontró por la tarde. Si, en ese momento, había sentido que era el destino o alguna fuerza paranormal, porque justo el día anterior ella había estado mirando el calendario recordandolo...
"Feliz Cumpleaños-"
Los golpes se detuvieron. Ella lentamente abrió los ojos.
Él la miraba confundido, atónito, como si no supiera como responden al gesto. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Ella solo sonrío. Aliviada de al fin haber dicho esas palabras triviales que estaban estancadas en su garganta.